El Día de la Madre celebramos y recordamos cada segundo de mayo, en varios países de América Latina, como es el caso de Perú, Colombia, etc. Creo que la fiesta del Día de la Madre no se debe encerrar en un solo día, sino debe ser durante toda nuestra existencia, porque el amor que tienen las madres por sus hijos es incomparable, inmedible, desinteresado...
Esta celebración fue gracias a las iniciativas de Julia Ward Howe y Anna Jarvis, ambas de EE.UU. Julia, autora del Himno de batalla de la República, sugirió que esa fecha fuera dedicada a honrar la paz, y comenzó celebrando cada año encuentros en la ciudad de Boston, Massachusetts, en celebración del Día de la Madre. Por su parte Anna, una activista comunitaria de Virgina Occidental, después de la muerte de su madre en 1905, comenzó a enviar cartas a políticos, abogados y otras personas influyentes, solicitando que se consagrara Día de la Madre el segundo domingo de mayo. Finalmente, en 1914, el Congreso de Estados Unidos, apoyado por el Presidente Woodrow Wilson, aprobó la fecha como el Día de la Madre y la declaró fiesta nacional.
Aprovechando este día memorable pensemos en las madres, por todo lo que han hecho y están haciendo por cada uno de sus hijos, hijas, nietos, etc. También, recordemos a aquellas madres abandonadas por sus esposos y sus hijos.
Cada día vemos a tantas madres ancianas, jóvenes, enfermas, discapacitadas, en la calles de la ciudad pidiendo ayuda, para sobrevivir y llevar un pan a sus hijos.
El amor de una madre es desinteresado, porque ella no mide ni cuenta los días ni las horas. Solo se da. Es nuestro deber agradecerla, cuidarla y preocuparnos por ella. No seamos indiferentes con nuestra madre a causa de su carácter o forma de ser. Madre hay una sola. Gracias madre por tu amor, entrega y generosidad. Tu valentía nos enseña a enfrentar nuestras dificultades.
¡Felicidades a todas las madres del mundo! Que María, la Madre por excelencia, les bendiga y proteja todos los días.
Neto
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