En muchos países de ingresos altos las tasas de mortalidad por accidentes de tránsito se han estabilizado o han disminuido en los últimos decenios. Se ha estimado que, a menos que se tomen medidas inmediatas, las muertes en carreteras aumentarían hasta convertirse en la quinta causa de muerte para 2030, con unos 2,4 millones de defunciones anuales.
El informe ofrece aspectos de interés sobre las intervenciones ya emprendidas a nivel de país. Como por ejemplo, solo un 15 por ciento de los países han promulgado leyes que contemplen prácticas óptimas basadas en una evidencia sólida sobre su eficacia, pese a los muchos datos que avalan la eficacia de la aplicación y la vigilancia del cumplimiento de leyes relacionadas con factores de riesgo clave como son una velocidad excesiva, la conducción bajo los efectos del alcohol y el uso de cinturones de seguridad, sistemas de retención para niños y cascos para motociclistas.
Todos los gobiernos tienen el deber de velar por la seguridad y la tranquilidad de sus ciudadanos. Se ha establecido leyes y normas, que tienen que ver con el tránsito, el transporte, seguridad vial, etc., pero no se pone en práctica. Por eso, los accidentes y muertes por culpa de aquéllos que conducen como desesperados o cansados por la vida y olvidan, que tienen bajo su responsabilidad vidas, que nunca se podrá recuperar, aunque paguen cualquier monto de dinero.

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