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Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza.(Alfred Tennyson, Poeta inglés)

Los Derechos Humanos se fundamentan en la dignidad de las personas


En diciembre de este año se cumple los 60 años, después de haber sido aprobada la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre de 1948, por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Para celebrar este acontecimiento, en diciembre del año pasado, el Secretario General, Ban Ki-moon, inició una campaña de un año de duración, con el lema: “Dignidad y justicia para todos”, en la que todas las partes del sistema de las Naciones Unidas contribuyen a los preparativos del 60 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que se celebrará en diciembre de este año.

Los Derechos Humanos siempre han existido desde la antigüedad, cada país o Estado tuvo sus normas y leyes que regularon el comportamiento de sus ciudadanos. Tal vez, antes de la Declaración de los Derechos Humanos, la más significativa fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, por parte de la Asamblea Constituyente Francesa, en agosto de 1789. En ella, se estableció la igualdad de los ciudadanos ante la ley y aseguraba la libertad de comercio y la propiedad privada. Estas ideas concretaban los ideales, que eran los de libertad, igualdad y fraternidad.

Los Derechos Humanos (DD.HH) como tal, recién se comenzó a hablar con más énfasis en el siglo XX, como consecuencia de los tratados de paz. Por ejemplo, el Tratado de Versalles, que se suscribió finalizando la primera guerra mundial, en junio de 1919. Con posterioridad a la segunda guerra mundial, en 1945 se llevó a cabo la Conferencia de San Francisco, en la cual participaron cerca de 50 Estados. De ella surgió la expedición de la "Carta de la Naciones Unidas" y, por ende, la creación de las Naciones Unidas, en 1945. Desde esa fecha, los Derechos Humanos se establecieron en el derecho internacional y se establecieron documentos destinados a su protección por su importancia y necesidad de respeto. El tema de los Derechos siempre ha sido motivo de reflexión para unos, rechazo para muchos y discusión para otros, a lo largo de nuestra historia.

¿Por qué se creó los Derechos Humanos?

La base fundamental de los DD.HH. es la dignidad misma de la persona. Por eso, el artículo primero de la Declaración de los Derechos Humanos señala, que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, pero estos principios no han sido respetados, por eso, la idea de crear un documento que respalde a nivel internacional y, al mismo tiempo, replantear el conocimiento humano, ya que el hombre ya no es capaz de respetar la vida de sus semejantes, incluso, se ha convertido, como resumía Thomas Hobbes, un filósofo inglés, en el siglo XVII, homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre. Justamente esta incapacidad de respecto por el otro ha llevado a cada sociedad a crear sus normas y leyes.

En la actualidad, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es uno de los documentos más citados en todo el mundo y traducidos en 360 idiomas, pero poco conocidos y menos practicados. Por eso, es tarea de los gobiernos, instituciones, organizaciones, educadores, etc., de crear conciencia en los ciudadanos, explicar su contenido y profundizar su significado de estos principios fundamentales para la vida.

Importancia y clasificación de los Derechos

Los Derechos Humanos son importantes, necesarios e indispensables. Hoy casi todas las sociedades reconocen que los seres humanos poseen Derechos para llevar una vida digna. Por ende, estos Derechos deben ser respetados y garantizados por el Estado, sin ningún tipo de discriminación. En este sentido, la Declaración de Viena, adoptada el 25 de junio de 1993, por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, afirma, que "los Estados tienen el deber, sean cuales sean sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los Derechos Humanos y las libertades fundamentales".

Los DD.HH. han ido evolucionando con el tiempo. Estos Derechos se han clasificado en tres generaciones, para su mejor comprensión:

La primera generación comprende, los Derechos civiles y políticos, cuyo reconocimiento se produce como consecuencia de los abusos de las monarquías y los gobiernos absolutistas del siglo XVIII.

La segunda generación comprende, los Derechos económicos, sociales y culturales, porque su reconocimiento se da a raíz del protagonismo, que adquieren las clases trabajadoras, durante la industrialización de países occidentales. Estos derechos se refieren a las condiciones de vida y acceso a los bienes materiales y culturales. Comprenden principalmente el derecho al trabajo, al descanso y a jornadas de trabajo razonables, a la educación, derecho de libre sindicación, derecho a la huelga, derecho a la seguridad social, derecho a participar en la vida cultural, derecho a la salud física y mental, etc.

La tercera generación o también conocido como derechos de los Pueblos, se refieren a los intereses comunes de la humanidad y comprende el derecho a la paz, el derecho al desarrollo y el derecho al medio ambiente sano. El reconocimiento de estos derechos surge como consecuencia de los nuevos peligros que amenazan a la humanidad en nuestros días.

Fundamento y características

Los Derechos Humanos se fundamentan en la naturaleza humana. El reconocimiento de estos derechos, como derechos naturales del hombre, fue una conquista ardua de la humanidad, y llegó a lograrse tras la Revolución Francesa, en 1789. Hasta entonces, era el gobernante o la autoridad quien decidía sobre los derechos de las personas, quienes debían aceptar pasivamente sus exigencias, fueran o no justas.

Las características de los Derechos Humanos son: Universales, porque pertenecen a todo el género humano; Innatos, porque cada individuo los trae consigo por su nacimiento como ser humano, no por concesión estatal, sino como don de la naturaleza y de Dios; Irrenunciables, porque ningún individuo de la especie humana puede renunciar a poseerlos; Obligatorios, porque toda persona e incluso el Estado debe respetarlos; Inalienables, porque por su propio carácter son irrenunciables; Imprescriptibles, porque no se prescriben por o en un tiempo; Indivisibles, porque los derechos son interdependientes; Inviolables, porque la vida es sagrada y no se puede violar, Progresivos, porque según cada etapa van apareciendo otros de acuerdo a un contexto de la sociedad.

Temas de Derechos Humanos

La Organización de las Naciones Unidas ha tratado diversos temas preocupantes dentro de los Derechos Humanos. Dentro de ellos podemos mencionar el racismo que hay en sus diferentes maneras de discriminación, el apartheid como tipo de segregación, las minorías que son las más excluidas, las poblaciones indígenas o étnicas, las personas con discapacidad, las personas infectadas con VIH/SIDA, las personas adultas mayores, las mujeres en su mayoría humilladas, los derechos de los trabajadores que son explotados, los migrantes y su situación preocupante a nivel mundial, la esclavitud infantil, etc.

Jesús y los Derechos Humanos

La vida y la misión de Jesús estuvieron centradas en la predicación de la Buena Nueva, la denuncia de las injusticias, el anuncio de Reino y la defensa de los oprimidos. El Evangelio de Juan nos ilumina para entender este aspecto: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Dios es el Dios de la vida y Jesucristo vino para dárnosla en plenitud. Solo de él podemos tener esa vida total basada en la justicia y el amor. Jesús predicó sobre el Reino de Dios de una manera muy particular a los pobres, anunció la realización plena y liberación total del hombre y dirigió su mensaje de manera especial a los marginados y a los pecadores. Además, él proclamó la paternidad y el amor de Dios hacia todos los hombres y la intervención de la justicia divina a favor de los oprimidos (Lc 6, 21-23). De esta manera, Jesucristo se hizo solidario con todos. Y para que quede claro, Jesús nos dejó un principio fundamental, que todo cristiano debe poner en práctica, “Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 15, 12).

El amor del cristiano debe estar basado en el amor a Dios y, de esta relación, con el prójimo. Este amor está ligado a la justicia y a la paz. Porque el amor implica una exigencia absoluta de justicia, busca el bien común. Es decir, el reconocimiento de la dignidad y de los derechos del prójimo, porque cada ser humano es imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 26-27). Ya el Papa Juan XXIII, en su encíclica Pacem in Terris (Paz en la Tierra) dijo, que «en la época actual se considera que el bien común consiste principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana. De aquí que la misión principal de los hombres de gobierno deba tender a dos cosas: de un lado, reconocer, respetar, armonizar, tutelar y promover tales derechos; de otro, facilitar a cada ciudadano el cumplimiento de sus respectivos deberes. Tutelar el campo intangible de los derechos de la persona humana y hacerle llevadero el cumplimiento de sus deberes debe ser oficio esencial de todo ser público» (Pacem in Terris 60).

Hoy, la tarea y el deber que tiene la Iglesia en sus fieles es de formar conciencia crítica. Y en esta responsabilidad no debe estar comprometida solamente la jerarquía, sino todos los creyentes. Se requiere la participación activa de todos los cristianos. Por eso, la tarea de los laicos es de llevar el mensaje de la Iglesia a todas las dimensiones de la sociedad: la moral, la economía, la política, la educación, etc. A ellos “pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales. Viven en el siglo, es decir, en todas y a cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido, guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo y de este modo descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo, con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad” (Lumen Gentium 31).

En la Iglesia todos somos uno, porque tenemos un solo Padre Dios, un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo" (Ef 4,5); gozamos de la misma dignidad y común vocación a la perfección y la santidad. Es necesario recordar, que ante Cristo y ante la Iglesia, no existe desigualdad alguna en razón de estirpe o nacimiento, condición social o sexo, porque no hay judío ni griego, no hay siervo ni libre, no hay varón ni mujer. Pues todos nosotros somos uno en Cristo Jesús (Gal 3,28; cf. Col 3,11).

Conclusión

Gracias a las iniciativas de algunos Estados, gobiernos e instituciones, se ha elaborado un documento de los Derechos Humanos. A partir de los principios prescritos se ha organizado en varios países conferencias, talleres, congresos, seminarios, manifestaciones, etc., con el propósito de hacer reflexionar a las personas, que los Derechos son importantes para que el individuo viva de una manera digna y las sociedades encuentren su desarrollo. En teoría, los diferentes documentos que fueron publicados en el campo de los Derechos Humanos son importantes, útiles, necesarios e indispensables.

Analizando los Derechos Humanos en el pasado y en la actualidad, podemos darnos cuenta, que los DD.HH. han sido vulnerados, pisoteados, humillados. En un mundo globalizado lo que predomina es el capital. Países desarrollados que monopolizan y ponen sus leyes; las guerras que desaparecen los derechos de las personas, solo con el pretexto, en algunos lugares, de buscar y fortalecer la “Democracia” o incluso, hasta justificar la guerra con la “voluntad divina”, pero los intereses verdaderos son otros: materias primas, el petróleo, los recursos naturales, etc. Basta con recordar las guerras mundiales, la guerra en Medio Oriente, y en varias partes del mundo.

La situación de terrorismo vivida en el Perú, nos muestra que todavía nos falta entender, valorar la dignidad de las personas. El documento de la Comisión de la Verdad y Reconciliación nos muestra la realidad escalofriante. Sólo en los años 1980 – 2000 murieron 69, 280 personas a causa del terrorismo. La población campesina fue la principal víctima, porque el 79 por ciento vivían en zonas rurales y el 56 por ciento se ocupaba en actividades agropecuarias.

Otros de los campos donde los Derechos de las personas no son respetadas son la migración de miles de personas que dejan su país en busca de un futuro mejor; los Movimientos de los Sin tierra, en Brasil y los refugiados, a causa de las guerras en muchos lugares del Planeta; las comunidades indígenas y nativas que son discriminadas a causa de su procedencia, su religión, su color, su raza, su ideología, etc.

Estos sesenta años de la Declaración de los Derechos Humanos deben servir para reflexión sobre este tema. Los gobiernos tienen que elaborar políticas para trabajar y defender la dignidad de las personas, porque vemos que la situación actual, tanto del país como del mundo, se está empeorando. El egoísmo, esclavitud, explotación, xenofobia, tortura, represión, discriminación, persecución, etc., se está multiplicando. ¿Qué debemos hacer para frenar esta enfermedad?

Frente a esta situación preocupante, todos tenemos el deber de denunciar las injusticias, defender los Derechos Humanos, porque allí están contemplados los principios fundamentales, como son la libertad, la justicia y la paz, etc. Por eso, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, dijo: “Es nuestro deber garantizar que esos derechos se hagan efectivos en la realidad - que sean conocidos, comprendidos y disfrutados por todos, en todos los lugares del mundo. Con frecuencia, los que más necesitan que se protejan sus derechos humanos son los que también necesitan estar informados de la existencia de la Declaración - y de que existe para todos". Respetar los Derechos Humanos y trabajar por su defensa, no sólo es tarea de los Estados, de los políticos, de la Iglesia, de las organizaciones, de las ONGs, sino es tarea y deber de todas las personas, si queremos vivir con igualdad, respeto y dignidad.


Neto Vargas

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